Existe una leyenda sobre el gran Salvador Dalí que mantiene que en los últimos años de su vida, cuando ya era famoso, utilizaba un ingenioso método con el que evitaba pagar sus cheques.

Después de salir de fiesta y consumir lo más caro que los restaurantes podían ofrecer, llegado el momento de pagar, pedía la cuenta, sacaba uno de sus cheques, escribía la cifra requerida, y lo firmaba. Pero antes de entregar el cheque, hacía un dibujo en el reverso y lo autografiaba. Dalí sabía que el dueño del restaurante no cobraría el cheque, sino que lo guardaría, lo pondría en un marco, y lo expondría en el mejor lugar del restaurante, exhibiéndolo como un Dalí original.